Recuerdo con especial cariño y emoción el primer Retiro de Yoga al que asistí. Fue el residencial de la formación de Instructores de Yoga de la Escuela Internacional de Yoga. Era la primera vez que iba a convivir con compañeros y compañeras afines a mí, con los formadores de la escuela, en un ambiente yóguico y en un entorno natural espectacular.

Sin olvidar que era un retiro de formación y no un retiro lúdico, la convivencia, las prácticas de Hatha Yoga de la mañana con Mayte Criado, las Kriyas y Mantras con Swami Krishnananda, los ejercicios de Pranayama en la naturaleza, los paseos meditativos, la excelente comida vegetariana y tanta intensidad vivida, despertaron en mí, tal admiración hacia este trabajo que, al finalizar el residencial pensé: “como me gustaría organizar y facilitar un retiro de Yoga”.

Es inevitable que en algún momento de la trayectoria profesional de un/a profesor/a de Yoga, aparezca esta idea de organizar un residencial de yoga y meditación. Muchas veces esta iniciativa viene impulsada por los propios alumnos que, sin querer obviar ninguno de los beneficios del Yoga, piden a su profesor/a este tipo de actividad para profundizar más, tener más tiempo de prácticas y como no, más tiempo para relajarse. La armonía y la conexión con uno mismo que se crea en un retiro, es difícil de explicar con palabras. Sin duda, es una experiencia que tanto como practicante o como organizador/a, hay que vivir por lo menos una vez en la vida.

Nunca olvidaré la experiencia del primer retiro que dirigí. ¡Qué nervios! Había tantas cosas que organizar… Buscar un lugar apropiado, en un entorno natural a ser posible, con una sala que cumpliera con las expectativas y sobre todo que fuera un lugar cómodo para los asistentes y que además se comiera bien.

Luego estaba el otro “problemilla” que era crear un programa de actividades atractivo, interesante y excepcional y era aquí cuando surgía la pregunta: “¿Qué hago para “rellenar” tantas horas?”, pues no es lo mismo crear una serie para las clases semanales que un programa para un residencial. ¡Más nervios!

Cuando organizas un evento de estas características hay que pensar que para los asistentes es algo muy especial. Hay que ofrecer algo diferente, sensible, un “algo más” que no se encuentra en las clases del día a día, deben ser clases de Yoga inolvidables, de las que al finalizar piensas: “Ha valido la pena venir”. Pero eso era solo referente a las prácticas de Hatha Yoga, después había más horas de actividades que también debían estar a la altura de las sesiones de Yoga.

Alimentación consciente

Una de las anécdotas que más recuerdo de ese primer residencial fue la reacción del propietario de la casa donde nos íbamos a alojar cuando le dije que la comida debía ser vegetariana. Era la primera vez que alguien le solicitaba este tipo de alimentación y, por lo tanto, no tenían experiencia. La impresión que me dio fue que le estaba complicando la vida con esa petición.

A día de hoy, cuando nos vemos, aún nos reímos de aquello y tengo que reconocer que se esmeró tanto, que la comida fue uno de los puntos fuertes de ese residencial y con el tiempo se han convertido en unos excelentes cocineros vegetarianos. Sucede que el simple hecho de cambiar los hábitos de alimentación por unos días ya es un atractivo para mucha gente. Ese paréntesis alimenticio, a veces, es un pequeño despertar de la conciencia.

Salir de tus comidas habituales, dando cabida a algo nuevo, es una manera de romper patrones de conducta y hábito. Es muy importante que los asistentes tengan unos mínimos de comodidad asegurados, eso ayuda a crear un clima de armonía y relax. Limpieza y comodidad son fundamentales.

 Diferentes tipos de Yoga, Pranayama, Meditaciones guiadas, Relajación…

Un residencial brinda la oportunidad al profesor de Yoga de ofrecer a los asistentes propuestas más elaboradas para alcanzar una profundidad y consciencia distintas a lo que ofrecemos en las clases diarias. Al disponer de más tiempo se pueden incluir Pranayamas, Mantras, meditaciones guiadas, visualizaciones y relajaciones más conscientes.

Propuestas como Yoga Nidra o una buena sesión de Yoga Restaurativo siempre son bien recibidas en este ambiente residencial. Combinar diferentes estilos como  Yoga Iyengar, Ashtanga Yoga, Vinyasa Yoga ofrece al alumno una experiencia muy enriquecedora. Para muchos alumnos es una novedad practicar por la mañana temprano, con el grupo, o simplemente despertarse al alba para meditar en compañía.

Después de haber organizado más de una veintena de retiros, he podido observar que practicar Yoga, bien sean por la mañana o por la tarde, son la principal motivación de los asistentes, independientemente de que sean practicantes avanzados o principiantes. Por eso hay que cuidar todos los detalles, desde las posturas de yoga elegidas para la ocasión, hasta la música que va a acompañar la sesión o incluso el incienso, todos los detalles suman.

retiro de Yoga

Mindfulness en la Naturaleza

Cuando existe la oportunidad de organizar el retiro en plena naturaleza y la climatología lo permite, es una auténtica delicia disfrutar de una caminata meditativa, en silencio, con atención plena, incluyendo ejercicios de Pranayama, Mindfulness, meditación y Consciencia Sensorial.

La Naturaleza es el mayor catalizador para conectar con uno mismo, el simple hecho de estar rodeado de árboles ya es suficiente para sentir esa conexión. Dar espacio al silencio en la Naturaleza y dejarse envolver por sus sonidos, prestando atención, al silencio y al sonido al mismo tiempo, es ya en sí, una práctica meditativa que no deja a nadie indiferente.

En una ocasión al finalizar un retiro que la Escuela Internacional de Yoga organizó en Lugo, al cerrar el residencial, un alumno comentó que lo que más le había llamado la atención y gustado, había sido uno de los ejercicios propuestos durante el paseo meditativo: caminar descalzos durante un tramo de la caminata. Sentir los pies desnudos sobre la hierba mojada, la tierra húmeda y las rocas, si se hace con plena consciencia, es una sensación incomparable. No me sorprendió su comentario, pues a veces las cosas más sencillas, esas que con el paso del tiempo hemos olvidado, son las que más nos conectan con nosotros mismos, con nuestra esencia, con la Tierra.

Un paseo meditativo es el marco perfecto para una meditación guiada o silenciosa, sentados al lado de un arroyo, dejando que su murmullo, en perfecta armonía con la respiración, sea la banda sonora que acompaña una profunda relajación que te permite meditar sin esfuerzo, sin prisa, sin tiempo, con toda la suavidad del sonido del agua. Nada se acerca más a los orígenes del Yoga.

 Convivencia, armonía, Paz

El residencial también fomenta una mayor comunicación entre alumnos y profesores, es una ocasión especial para conocerse mejor, hablar de manera más distendida, profundizar en los aspectos del Yoga que a veces no da tiempo en las clases semanales. Cuando les pregunto a los asistentes cuál ha sido la principal motivación para inscribirse en un retiro de Yoga, muchos coinciden en la misma respuesta: “Para desconectar”.

Si es cierto que durante la convivencia, entre todos, creamos una especie de burbuja, un lapso de tiempo atemporal del que no quieres salir y quieres saborear hasta el último abrazo de despedida, pero ese espacio, es todo lo contrario a una desconexión, precisamente es una conexión de banda ancha con tu esencia, con tu ser, con la verdadera humanidad que eres. Al terminar el retiro, no eres la misma persona que llegó, algo ha cambiado, algo se ha transformado.

Las experiencias más profundas, sinceras y significativas de mi camino en el mundo del Yoga, las he vivido en este tipo de retiros, tanto de asistente como de organizador. Las propuestas de retiros de la Escuela Internacional de Yoga ofrecen la posibilidad de disfrutar estas vivencias, pues todas sus actividades están enfocadas al Yoga y a la expansión de la Consciencia. Es un regalo para el cuerpo, la mente y la Consciencia.

Namasté

Joaquín Castaño
Profesor y Formador de la Escuela Internacional de Yoga
Responsable de la Escuela Internacional de Yoga en Galicia y Baleares