Querida Pilar, muchas gracias por escribirnos a consultorio@escueladeyoga.com preguntándonos sobre cómo puede ayudar la práctica de Yoga en el comportamiento y la actitud de los niños.

Sin lugar a dudas la práctica de Yoga y Mindfulness durante la infancia siempre aportará beneficios y favorecerá el desarrollo del niño o niña en todos los aspectos, tanto a nivel físico, como a nivel emocional, mental y cognitivo. El Yoga en la Educación es un gran modelo educacional y pedagógico para conseguir lo que todas las madres y padres desean: tener hij@s con capacidad de concentración, atención, tranquilidad, conscientes y sobre todo felices, esto último, debería ser la mayor motivación y el objetivo de toda educación.

Pero en la mayoría de los casos nos encontramos con niñ@s inquietos, dispersos, revoltosos, y en el peor de los casos etiquetados con TDHA (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) por parte de los profesores. Analizándolo, es totalmente normal que un niño durante el primer septenio de su vida sea inquieto, pues es su naturaleza durante este periodo, está en la etapa del desarrollo físico, que durará hasta los veintiún años, pero que en los primeros siete años es más evidente, pues además está en el maravilloso momento de descubrir el mundo, de experimentar, de probar límites, todo ello acompañado de una fuerza natural innata: la Voluntad. Además debemos tener en cuenta la sobre-estimulación a la que los niños de hoy en día están sometidos por el uso indebido y excesivo de tecnologías, al estrés que padecen por la carga de actividades en su día a día y por las excesivas horas sentados en incómodas sillas de aulas o actividades extra-escolares, cuando su naturaleza reclama movimiento y expansión. Es como pedirle a una planta que acaba de germinar en la mejor de las primaveras que no crezca.

¿Cómo nos sentiríamos nosotros en su lugar? Deberíamos pensarlo más a menudo.

Desmitificar la práctica de Yoga para niños.

Sin olvidar esto, primero deberíamos desmitificar ciertas creencias relacionadas con la práctica de Yoga en la infancia. Muchas madres y padres están convencidos de que llevando al niñ@ a practicar Yoga una hora a la semana, van a tener el niño modelo que siempre han soñado: relajado, obediente, silencioso…y a ser posible en un corto periodo de tiempo!!! Todo tiene un proceso y evidentemente la práctica de Yoga dará sus frutos, pero a largo plazo, por mucho que sacudas un reloj de arena, los granos no pasan más rápido de un lado al otro, cada grano caerá a su tiempo.

Existe también la creencia de que llevando a los niños a Yoga, salen de la clase más relajados, flotando en una nube. Conviene aclarar este punto. Debido a su naturaleza, sobre todo en el primer septenio, sucede todo lo contrario, la mayoría de las veces los niños salen con más energía de las clases porque como explicamos en Yoga en la Educación, hay que saber valorar el momento del niño en cada momento y adaptar ese momento a la práctica de Yoga, si necesita quemar energía debemos como profesores facilitar la práctica idónea de Vinyasa y Âsana siempre a través del juego consciente que ayude a equilibrar toda esa energía para poder después llegar a momentos de calma y relajación. Y si es necesario estar prácticamente toda la hora en movimiento para poder llegar a diez minutos de tranquilidad y descanso, debemos de disponer de los recursos y la comprensión para lograrlo.

En una ocasión en un colegio de Santiago de Compostela tuve el gusto de coincidir el grupo de niños de siete y ocho años más revoltoso e inquieto que jamás he tenido. Con ellos aprendí a dar las clases en continuo movimiento, desde que entraban no paraban de correr, saltar, moverse y jugar. Reconozco que las primeras clases fueron un poco frustrantes para mi ego de profesor, pero humildemente comprendí que lo que me había funcionado con otros grupos, con este no iba a funcionar y finalmente entendí que primero debía “cansarlos” un poco, para canalizar el exceso de energía, y así podría cumplir con los objetivos que me había propuesto. Al final del curso conseguí que llegaran a estar entre cinco y diez minutos en meditación (sentados en Sidhâsana) o en relajación (Savâsana). Pude experimentar en primera persona que es totalmente necesario e imprescindible tener una buena formación, para evitar que el trabajo con niños pudiese convertirse en una experiencia desagradable, por mucho que compartir con ellos, sea tu pasión como profesor de Yoga.

Entonces, ¿Dónde está la calma que dicen que aporta el Yoga a los niños?

La calma y la relajación llegarán a florecer  con la práctica continua, a largo plazo, cuando a través del juego consciente propuesto en la especialización de Yoga en la Educación, el niño por si solo entienda que existen momentos para todo y que necesita de la relajación tanto como de la actividad. El niño aprende a disfrutar de los momentos de quietud y silencio y esto va a favorecer su atención y capacidad de concentración, pues es justo en ese espacio donde se presentarán dinámicas y juegos de Mindfulness y Consciencia Sensorial, siempre de manera atractiva y motivadora para el niño. En este periodo del niño, la rutina y el hábito son fundamentales para la integración de estos conceptos.

La respuesta a la pregunta inicial, es con todo convencimiento, sí, la práctica de Yoga durante la infancia va a ayudar al niño a ser más tranquilo, consciente y va a favorecer su inteligencia emocional para crecer desarrollando todas sus capacidades, sus dones y talentos para convertirse en un adulto sano en todos los aspectos del Ser.

Joaquín Castaño                                                                                                                                           Responsable de la Escuela Internacional de Yoga en Galicia y Baleares
Formador de Âsana y Yoga en la Educación
Profesor de Hatha Yoga y Yoga para niños

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