El Yoga sí puede ayudar en nuestras relaciones con los demás, pero no solucionará los conflictos que puedan surgir de ese contacto con los otros.

Partimos de la idea de que el Yoga es un instrumento de transformación integral del ser humano a través, principalmente, de una ampliación de nuestra consciencia y de su sensibilidad. Una consciencia que se puede articular de la siguiente manera:

Primeramente, una consciencia física que permite identificar tus reacciones corporales con los encuentros que tengas con los demás. Por ejemplo, cómo late tu corazón frente a determinada persona, el tono de voz que se adapta, cómo gesticulas, tu sudor, etc. Una consciencia que es testigo de tu propia expresión corporal, que tantas veces abandonamos y que tanto tiene que contarnos.

También, una consciencia de lo que ocurre en tu mente, cuando cruzas tu mirada con alguien, escuchar lo que dice, su olor o su manera de vestir; ser observadores de nuestras propias construcciones mentales e identificar nuestras fortalezas y fragilidades. Un replantearse lo mental desde un enfoque abierto y honesto, nos guste o no lo que “veamos”. Un ejemplo sería cuando construimos a ese ejecutivo trajeado conduciendo un BMW, es decir, observando desde el (pre)juicio mental que a veces se produce.

Y por último, una consciencia espiritual que asume la imposibilidad de entender o sentir todo lo que nos pasa con los demás y dentro de nosotros mismos. Que existen preguntas y respuestas que surgen desde otros lugares íntimos y personales ajenos al cuerpo y a la mente. Lugares llamados suerte, divino, poético, la nada, lo natural o simplemente lo absurdo y sin sentido. Todo aquello que se nos escapa.

También resultará precioso, con la práctica y dedicación en tu Yoga cotidiano, explorar cómo se relacionan estas tres consciencias.

Las soluciones a los conflictos que hablábamos al principio del texto, no tendrían mucho sentido pedírselas al instrumento, al Yoga en este caso. Sería como exigir a una cuchara que nos nutra.  Somos nosotros los que debemos sostener la cuchara, llevarla a la boca y permitirnos una digestión para nutrirnos. La cuchara como el Yoga facilitará y nada más que eso.

Efectivamente, Bernardo, todo esto puede ocurrir en ese trozo de plástico llamado esterilla cuando practicas un yoga integrador y consciente.

Muchas gracias por la pregunta y por plantearte que el Yoga pueda ser ese instrumento para vivir mejor.

Javier Ercilla

Community Manager

Filósofo y profesor de Hatha Yoga por la EIY