Como la Práctica del Yoga Puede Facilitar la Transición de la Adolescencia a la Edad Adulta

La adolescencia es un tránsito maravilloso; es el paso de la niñez, la etapa más infantil del ser humano, a la madurez. Este crecimiento afecta a todas las capas (Koshas) del Ser, a nivel físico, energético, emocional, mental y espiritual. Como una serpiente que muda la piel, así es el paso por esta etapa, a veces incluso resultando ser algo incómoda y dolorosa. En la especialización de Yoga en la Educación nos referimos a este periodo como el tercer Septenio, según la teoría de Rudolf Steiner, que comprende desde los 14  a los 21 años.

La práctica de Hatha Yoga y Mindfulness es una gran ayuda durante este tránsito evolutivo. Según la visión que hemos desarrollado en la Escuela Internacional de Yoga, a nivel físico, el Yoga durante la adolescencia aporta a los jóvenes una gran herramienta para comunicarse y relacionarse con su cuerpo, que estará sometido durante este periodo a continuos cambios, debido al crecimiento y desarrollo de todos sus sistemas. Trabajar la consciencia corporal es muy importante en estas edades para evitar futuros malos hábitos posturales. La práctica de Âsana favorece un crecimiento armónico del aparato locomotor (sistema óseo y muscular), dando fortaleza y flexibilidad a todo el sistema a la vez que crea el hábito de escuchar y sentir el propio cuerpo, para darse cuenta de cuándo están con los hombros tensos o hacia delante, de cuándo su cabeza no está alineada con el resto de la columna y de cuándo su columna no está respetando sus curvaturas naturales.

ÂSANA COMO EXPANSIÓN DE LA CONSCIENCIA

Durante esta etapa de crecimiento a veces resulta complicado para el profesor conseguir que el adolescente se mueva y se active, pues da la sensación, y ellos lo viven así, de que siempre están cansados, desmotivados, con cierta pasividad ante la vida, todo les cuesta. Es absolutamente normal, y el profesor de Yoga en la Educación debe reconocer, comprender y respetar estos momentos durante la clase. A través de los recursos pedagógicos que se transmiten durante el curso, el profesor podrá canalizar la energía del grupo hacia el objetivo que se haya propuesto trabajar ese día. La práctica de Âsana tiene que ser motivadora y atractiva para los jóvenes, para lo cual se propone trabajo grupal y por parejas, dinamismo y creatividad a través del Vinyasa, invitando al adolescente a disfrutar de un diálogo con su cuerpo desde el respeto, la suavidad y la consciencia.

Pero el Yoga es equilibrio, y para que el trabajo con adolescentes a nivel físico sea armonioso y balanceado, si proponemos actividad y dinamismo, debe compensarse con relajación y quietud. Es fundamental que los jóvenes aprendan a reconocer las tensiones en su cuerpo, y tener la capacidad y los recursos para liberarse de ellas. Una buena relajación en Savâsana, acompañada de un escaneo corporal consciente, crea memorias musculares asociadas a estados de calma y bienestar, que después pueden rememorarse en los momentos de estrés que se manifiestan en esta edad, debido a emociones, exámenes y exigencias.

ENCONTRAR EL EQUILIBRIO EN LA RELAJACIÓN

A través de mi experiencia en el trabajo con grupos de preadolescentes y adolescentes en varios centros educativos y campus de verano, he podido comprobar lo necesitados que están de aprender a relajarse y lo que les gusta la relajación. En muchas ocasiones, cuando entraban en el aula, lo primero que decían era: “Profe, hoy podríamos empezar por la relajación” así, afirmando, o “¿Hoy habrá relajación?” Para ellos la práctica de Yoga Nidra es un regalo. Esta técnica de relajación aporta a los jóvenes muchos beneficios en todos los aspectos de su ser. Les sirve para descansar, al tiempo que trabajan la atención, la quietud, la relajación y el silencio. Fomentar este último punto, el silencio, y establecer una relación armoniosa y amorosa con él, es la semilla para una futura vida interior y la mejor manera de conectar con uno mismo, que es la base de la autoconfianza.

Como adultos, si volvemos la vista atrás y hacemos memoria, hemos de reconocer que es difícil volver a tener la energía vital que se tiene durante la adolescencia, y es una lástima que no nos enseñaran y educaran para reconocerla y canalizarla en beneficio propio, a usar el cuerpo sutil igual que usamos el cuerpo físico. Este septenio, tiene una gran relación con el tercer Chakra, Manipura, donde está el asiento de la personalidad, donde el ego carga su energía y crea el sentido de nuestra individualidad, justo lo que se desarrolla en el tercer septenio, la personalidad, la percepción del Yo. El Yoga, mediante Âsana y Pranayama, reconduce la energía y la equilibra en favor del bienestar. Un buen uso de la energía siempre va a beneficiar a todos los sistemas, y vivir en equilibrio puede educarse desde las edades más tempranas.

LAS HORMONAS DE LA EMOCIÓN

A nivel emocional, la adolescencia se caracteriza por ser una montaña rusa donde las emociones, en muchas ocasiones, son difíciles de definir y gestionar. Los jóvenes buscando su identidad, intentando ser aceptados, tanto por sus amistades como por las personas adultas, deben superar una etapa de crisis y luchas. En términos psicológicos el adolescente vive en un “escenario imaginario”, se siente constantemente observado y juzgado. A esto hay que añadirle la revolución hormonal por la que están pasando, que afecta significativamente sus estados de ánimo. El Yoga es muy positivo en la gestión de las emociones. Conectar con la propia respiración, conocerla, sentirla y sobre todo comprender cómo influye en los estados de ánimo, es una de las enseñanzas que transmitimos en Yoga en la Educación.

En la enseñanza del Yoga en la Educación para adolescentes uno de los argumentos que siempre está presente en el trabajo propuesto son las dinámicas y juegos para aumentar y desarrollar la Inteligencia Emocional. Es un ingrediente que nuestra Especialización añade para enriquecer y aumentar todo lo que el Yoga ofrece. En mi opinión, uno de los principales objetivos a trabajar con los jóvenes en la actualidad es desarrollar la autoconfianza y las competencias emocionales que les ayuden a comprenderse a sí mismos y, sobre todo, a empatizar con los demás.

Todo lo anteriormente nombrado nos conduce al desarrollo equilibrado y ecuánime del nivel mental. La práctica de Hatha Yoga es un camino para alcanzar el Raya Yoga, y gradualmente se va introduciendo a los jóvenes a la meditación y a la práctica de la atención plena o Mindfulness. Esta parte del Yoga es fundamental para desarrollar un trabajo holístico en todos los aspectos del Ser. Para llegar al final de la adolescencia siendo una persona íntegra y sobre todo ecuánime, la práctica meditativa es otro pilar sobre el que se sostiene la experiencia con los adolescentes. Fomentar el “darse cuenta” de lo que está pasando en su mente, en sus emociones, en su cuerpo, desarrollar esa conciencia testigo, les va a permitir tener más autonomía y libertad, creando unos firmes cimientos para el desarrollo personal, para ser adultos felices y, sobre todo, para aumentar la capacidad de tener confianza en uno mismo.

Finalmente esta transición de la adolescencia a la vida adulta bajo la luz del Yoga culmina con otro aspecto importante y necesario, en el nivel espiritual. Facilita  un espacio interior y la capacidad de mirar hacia él, reconocerlo y honrarlo como un hogar al que poder acudir cuando sea necesario, un refugio dentro de uno mismo, no fuera, como solemos creer cuando nos distraemos en el consumismo, la tecnología y el ruido ed-italia.com. Es necesario transmitir este concepto durante la adolescencia. Es responsabilidad de cada individuo su propio bienestar, ese bienestar, esa paz, no pueden depender de nada ni de nadie, y gracias al trabajo integral del Yoga durante el crecimiento humano, sobre todo en los tres primeros septenios, se adquiere esta comprensión.

Como profesor de Yoga en la Educación en centros educativos, he podido experimentar y ver de primera mano los beneficios del Yoga en los jóvenes. He tenido la fortuna de acompañar a grupos desde los 10 a los 15 años, viendo como la práctica y las enseñanzas del Yoga armonizaban su expansión, facilitando esta transición, muchas veces temida, aportando consciencia y comprensión. La adolescencia es una etapa única, maravillosa y especial desde donde se proyecta lo que seremos en la vida adulta; toda ayuda y apoyo consciente, como es la práctica de Yoga, debería fomentarse desde todos los ámbitos.

Joaquín Castaño
Profesor y Formador de la Escuela Internacional de Yoga
Responsable de la Escuela Internacional de Yoga en Galicia y Baleares