REDES SOCIALES Y YOGA: LA ERA DEL VACIO

El Gobierno de Suecia decidió recientemente revisar el avance de su plan de digitalización en centros educativos y volver a fomentar el uso de los libros de texto. Así lo anunció la ministra de Educación sueca, Lotta Edholm, tras conocer los resultados de Suecia en el Informe PIRLS 2021, mostrándose preocupada por la disminución de la capacidad lectora y concentración entre otras capacidades de los alumnos del país.

Esta noticia avivó el debate sobre las consecuencias para las personas usuarias de la comunicación a través de medios digitales.

La noticia me trasladó a una lectura de juventud y de ahí surgió este título Redes Sociales y Yoga: la era del vacío, que hace referencia a una obra de Gilles Lipovetsky, filósofo afincado en Francia y que hace poco recibió muchos reconocimientos en el país galo.

El análisis de Lipovetsky sobre «La era del vacío» arroja luz sobre una transformación profunda en la forma en que las personas experimentan la vida y se relacionan con el mundo. Si bien el libro fue escrito en la década de los ochenta, muchas de sus predicciones son realidad hoy en día. La sociedad contemporánea sigue enfrentando desafíos relacionados con el consumismo, la superficialidad, la búsqueda del placer rápido y el desapego de las normas tradicionales.

En última instancia, «La era del vacío» cuestiona si la búsqueda incesante de placer y de evasión, nos llevan a un vacío emocional y espiritual, y si es necesario encontrar formas de reintegrar valores significativos en nuestro enfoque vital.

23 años después de la publicación del libro, las redes sociales (Instagram, Facebook, Tik Tok, YouTube, etc.) serían el medio de expresión de ese lenguaje de la modernidad de que Lipovestky detalla consumismo, superficialidad, búsqueda de placer y desapego de las tradiciones.

Si aceptamos que el núcleo del lenguaje de las Redes Sociales es inmediatez, superficialidad, etc. Parecería entrar en confrontación directa con lo que el yoga propone a través del lenguaje de su profesorado, calma, serenidad, profundidad, autoobservación, etc.
La primera pregunta que se me plantea es: ¿Podemos comunicar el Yoga a través de las RRSS?

Segunda, ¿podemos alterar el núcleo lingüístico, el cerebro, el algoritmo de las RRSS para llevarlo hacia un planteamiento esencialmente diferente?

Antes de responder a estas preguntas, veamos todo con más perspectiva.

De manera inevitable las plataformas digitales se han convertido en una extensión virtual de los estudios de yoga y centros de meditación. A través de fotos, videos y publicaciones supuestamente inspiradoras, los practicantes pueden acceder a consejos, posturas y técnicas de âsana, respiración, meditación desde cualquier rincón del mundo y sin pagar más que dispositivo y conexión.
¿Quién no ha visto un vídeo para solucionar determinado problema ya sea de práctica de yoga o de cualquier otra disciplina?

De esta manera, se democratiza la experiencia, permitiendo que personas de diversas culturas y contextos participen en estas prácticas ancestrales, explorando, además, como se encarna el Yoga en diferentes culturas y personas. Algo inédito hasta ahora en la historia.

Entretenerse es también un derecho, poder disponer de nuestro tiempo.

Volviendo a las preguntas, ¿podemos comunicar el Yoga desde las RRSS?

Mi respuesta es que si, aunque para mí, la vivencia y aprendizaje del yoga profundo siempre se consolida en el silencio y en la soledad. La transmisión de técnica, de ideas, tiene cabida virtual y presencialmente. Obtenemos aprendizaje tanto con el cine, como con la lectura, como en una conversión por la montaña. Cada medio comunicativo tiene matices y diferencias, pero no se puede negar que podemos comunicarnos eficazmente en todos esos medios.

La segunda pregunta aludía a la articulación del lenguaje de las RRSS y si podemos cambiar la manera en que se emiten y reciben estás informaciones. Yo considero que no, es un planteamiento sistémico inalterable y lo único que podemos hacer son dos cosas:

Los que creamos contenidos, ejercitarnos en la síntesis y comunicar temas que permitan entrever lo que yo llamo la punta del iceberg. Mostrar que detrás hay algo más, un sentido y una coherencia con valores no sólo placer y evasión.
Esto se hace tocando el corazón del espectador, creando contenidos que requieran tiempo y atención para estimular un lenguaje crítico y reflexivo configurando una pieza de puzzle. Una pieza que, aunque nade en este vacío de Lipovetsky, permita ver que hay eso, un puzzle, que puedes completar si decidimos comunicarnos por otro medio más allá de las Redes Sociales.

Si eres espectador de las RRSS puedes tomar algunas medidas “anti vacío” mientras lo nuevo se coloca:

  • Definir un límite diario o semanal para el tiempo que pasamos en las redes sociales. Esto ayudará a evitar la sobreexposición y el consumo excesivo.
  • Desactivar las notificaciones innecesarias de tus dispositivos.
  • Ser selectivo en cuanto a las cuentas que sigues y el contenido que ves.
  • Dedicar tiempo a desconectarte completamente de las redes sociales, especialmente antes de dormir.
  • Establecer conexiones reales y fortalecer tus relaciones fuera de la pantalla.

El equilibrio es clave. No es necesario abandonar por completo las redes sociales(pero puede ser deseable), pero es importante utilizarlas de manera consciente y saludable para garantizar que no dominen tu vida y afecten negativamente tu bienestar.

En este viaje de autodescubrimiento, hay que recordar que la esencia del yoga trasciende las pantallas y radica en la transformación interna que solo puede lograrse con paciencia, autenticidad, silencio y, también, desconexión del mundo digital.

Javier Ercilla. Tutor, Profesor y Formador de Yoga y AcroYoga.