UN FUTURO ESPERANZADOR

Por Luz María Sanz

Directora General Fundación Vicente Ferrer

Siempre me he considerado una persona optimista, soy una firme defensora de las personas, de la capacidad natural que todos tenemos de sentir empatía hacia los demás. Creo que es la esencia del ser humano, aunque muchas veces nuestro ritmo de vida nos indica una única dirección y nos cuesta ver el resto de las cosas que suceden en el mundo.   

Del yoga aprecio el tiempo que dedicamos a despejar la mente, dar espacio al aquí y ahora y relativizar aquello que podemos estar sobredimensionando. En esta disciplina milenaria de la India nos reencontramos con nuestra esencia.  Esa que nos recuerda que podemos ser capaces de conseguir todo lo que nos propongamos, y cómo decía Gandhi, “De una manera apacible, puedes sacudir el mundo”.   

Así lo hizo también nuestro fundador, Vicente Ferrer, desde que llegó a la India no descansó, poque tenía claro que todo podía ser posible y más si se trabaja conjuntamente, él dijo “Necesito muchas manos porque yo solo tengo dos”. Hoy, nuestra Fundación cuenta con miles de manos y lo que comenzó siendo un sueño, es hoy una organización sólida y respetada, en la que creemos en la capacidad de acción de las personas, conectando los dos lados del territorio que habita el humanismo: el de quien sufre y el de quien tiene la determinación de aliviar ese sufrimiento.  

El humanismo es nuestro principio, las injusticias, donde apunta nuestra brújula, las alianzas nuestro patrimonio y la acción nuestra respuesta. Cómo todo ser humano, queremos un futuro esperanzador y eso implica que las personas tengan acceso a oportunidades para vivir en plenitud, y también adquieran una responsabilidad, la de seguir añadiendo eslabones en esta cadena de solidaridad.  

La constancia es algo que tenemos en común quienes formamos parte de la Fundación Vicente Ferrer. Nada nos paraliza, somos personas motivadas, capaces de transmitir nuestra misión con intensidad y honestidad a quienes nos den la oportunidad de explicarnos. Sentimos orgullo por lo que hemos conseguido, pero más aún por saber que transitaremos con paso firme el camino que nos queda, continuando el legado de Vicente Ferrer y afrontando sin fisuras lo mucho que queda por hacer. Nos sentimos acompañados por la confianza y la fuerza de tanta gente y eso nos obliga a hacerlo cada vez mejor. Vicente Ferrer resumió nuestro dharma en una sola frase: “Tenemos que llegar a más gente, más rápidamente, y con más excelencia”.  

Igual que continuamos desarrollando la mente y cuerpo con el Yoga, creo que las personas no debemos conformarnos, sino seguir creciendo permanentemente a partir de los demás, de sus relatos, de sus emociones, de sus dificultades y de sus vivencias.  

Seguramente es más fácil vivir sin emociones, pero ¿tiene la vida sentido si no son ellas quienes nos guían, si no cuidamos de los demás como querríamos que nos cuiden, si nos conformamos con un mundo donde hay guerras, pobreza, discriminación y desastres naturales, si no crecemos a partir de la cultura de los demás?  

En la Fundación reivindicamos la cercanía entre personas, el cuidado mutuo. Las fronteras solo existen en los mapas cuando hablamos de proteger a las personas de la injusticia y a la naturaleza de los desastres. Por eso miramos al futuro con esperanza y entendemos que cuidar de los demás es cuidar de nosotros mismos. 

https://www.fundacionvicenteferrer.org/es/