Yogasana: la evolución del Yoga de la India
por Mayte Criado

Sabemos que el yoga tiene sus raíces en la antigua India, con evidencias que sugieren su existencia hace más de 2.000 años. Inicialmente, el yoga se desarrolló como una disciplina espiritual al calor de diferentes darshana o filosofías. Estaba destinada a la autorrealización y la búsqueda de la verdad interior. Su historia milenaria deja diversos sistemas de pensamiento que fueron sosteniendo por siglos enfoques de naturaleza diversa: el abandono de lo “terrenal”, el bhakti, el control mental, la meditación, la recitación de mantras, las técnicas de respiración y más tarde las posturas físicas. Todo para alcanzar estados de integración, unidad y paz interior. A lo largo de los siglos, se escribieron textos clásicos que sentaron las bases de la esencia y la práctica del yoga. Los «Yoga Sutra» de Patanjali, que describe los ocho pasos del yoga (ashtanga yoga), incluidas los asanas (posturas), y el «Hatha Yoga Pradipika», un texto que se centra en la práctica física y energética del yoga, incluidos los asanas.

La modernización del Yoga en los siglos XIX y XX de nuestra era, supuso una adaptación del yoga sin precedentes para hacerlo accesible a personas fuera de la India. Los yoguis comenzaron a viajar y a enseñar en Occidente, y a su vez occidente integró la práctica yóguica en sus propuestas, lo que lo llevó a una creciente popularidad en todo el mundo.

Durante la década de 2010 el gobierno de la India y el Ministerio de Deportes comenzaron a considerar formalmente la inclusión del yoga como deporte. Se llevaron a cabo discusiones y consultas con expertos en yoga, atletas y autoridades deportivas para comprender cómo podría encajar el yoga en el contexto deportivo. Fue en 2015 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 21 de junio como Día Internacional del Yoga, reconociendo la importancia del yoga como una herramienta para el bienestar y la salud. Esta declaración marcó un hito importante en la promoción del yoga a nivel global pero no consiguió que el yoga fuera declarado como deporte hasta el 2017, fecha en la que el Ministerio de Deportes de la India anunció oficialmente que el yoga se clasificaría como deporte, lo que llevó a la creación de un organismo de gobierno, el Consejo de Yoga de la India (Yoga Council of India), para supervisar y regular la práctica del yoga en el contexto deportivo.

En agosto de 2020 en la India se creó la Federación Nacional de Deportes de Yoga para promover y desarrollar yogasana o worldyogasana, como un deporte competitivo. Esta iniciativa sirvió para hacer del yoga un deporte, y aunque en los comunicados oficiales y gubernamentales se avale esta realidad con la historia milenaria del propio yoga, lo cierto es que se quedaron a un lado o mejor dicho, se eliminaron siete de los ocho pasos del ashtanga yoga dejando solo el tercer paso: las posturas (asana).

Nos preguntamos si este hito que para muchas personas es desconcertante, forma parte de una verdadera evolución del yoga o simplemente se debe a una compleja planificación para proteger y/o como dice la NYSF en su propia web cuando expone su visión: “La Federación Nacional de Deportes de Yogasana ha sido creada por partes interesadas con ideas afines que desean crear una sólida cultura de fitness, competiciones, bienestar y crecimiento a través de la práctica y el desarrollo de Yogasana. Construir y comercializar la marca Yogasana a través de un desarrollo sostenible y escalable y una estructura de competencia que beneficie a los atletas, los funcionarios y el deporte a través de NYSF. Obtener una base de atletas y entrenadores de la India para que adopten las nuevas reglas y el programa de estudios de Yogasana como deporte competitivo”

¿Deporte y competición o una práctica espiritual?

Sin duda, la evolución del yoga, desde sus raíces espirituales hasta su reconocimiento como deporte, siempre ha supuesto cambios radicales que se han ido incorporando a su historia sin apenas notoriedad. Que el yoga sea declarado deporte por el gobierno de su país de origen saca a la luz un laberinto de intereses digno de análisis y demuestra ser un paso más (aunque éste es un paso decisivo) entre los múltiples testimonios de la capacidad hindú para adaptarse a los tiempos, sortear la presión de la sociedad contemporánea y competir en la primera fila de la globalización. A lo largo de los siglos, el yoga ha hecho gala de cambios y transformaciones peculiares y trascendentes sabiendo mantener las referencias a su esencia espiritual. Se ha ido adaptando a las necesidades y perspectivas cambiantes de las personas en todo el mundo, pero no ha perdido su vieja identidad. Es increíble. Este viaje histórico ilustra la profundidad y la versatilidad del yoga como una disciplina eterna en constante evolución. Pero ¿estamos preparados para aceptar un yoga competitivo? ¿para dejar muy en el fondo de los fondos sus objetivos existenciales y espirituales y poner todo el énfasis en la excelencia física? ¿estamos dispuestos a relegar a un segundo plano 7 de los 8 pasos del yoga de Patânjali?

El yoga, que ha sido transmitido a lo largo de generaciones como un medio para la autorrealización y la búsqueda de la verdad interior, ha desempeñado un papel integral en la cultura de la India. A pesar de sus profundas raíces espirituales, el gobierno de la India está poniendo todo su empeño en presentar el yoga como yogasana, centrado en la competición sobre las posturas físicas y la alineación corporal. Su objetivo es firme, quieren que el yoga sea un deporte olímpico y que se instaure el yogasana en todo el mundo.

No podemos ignorar que este llamado Yogasana ha ganado popularidad tanto en la India como en otros países. Los asanas (posturas) vistos como deporte, se entremezclan hoy con la cultura del bienestar, el consumismo, los intereses de las grandes multinacionales y la llamada industria del yoga. A la estética desenfrenada que se exhibe en las redes sociales solo le faltaba que el yoga también se presentara como deporte, convirtiéndose no solo en ejercicios efectivos para mejorar la flexibilidad, evitar lesiones, contribuir a la fortaleza y a la salud en general del deportista, sino en la posibilidad, ya del todo real, de generar competiciones, crear federaciones y entregar trofeos al uso.

La inclusión del Yogasana como deporte en la India marca un hito significativo en la evolución del yoga. Superligas, espectáculos, contorsionistas y competiciones están ya servidos. El propio IYC, Comité Internacional de Yoga, aspira a la creación de una Federación Nacional de Yoga Deportivo de alto nivel en cada país del mundo bajo los auspicios del IYC para gestionar el yoga como deporte en sus países. Ya está en marcha. Dice su presidente que «los yogasanas como evento olímpico crearían una oportunidad generalizada para ampliar la conciencia sobre el yoga y sus innumerables beneficios para la salud».

Claramente se abren nuevas oportunidades para la promoción y la difusión del yoga, pero también se plantean preguntas importantes sobre su esencia y sus objetivos fundamentales.

¿Puede el yoga transformarse en una competición deportiva o un espectáculo sin perder sus significados originales? Tal vez, la respuesta a esta pregunta reside en encontrar un equilibrio entre dichos significados y la adaptación a las necesidades de la sociedad contemporánea sumado el gran interés del gobierno de la India por preservar la marca yoga y protegerse del neocolonialismo. En cualquier caso, siempre andan entorpeciendo estas reflexiones la eterna controversia sobre cuál es el verdadero yoga que todos/as nombramos.

¿Es la declaración del Yogasana como deporte un desvío del propósito espiritual del yoga o es una extensión que permite a más personas experimentar sus beneficios? ¿Pueden servir las competiciones en el yoga como una fuente de motivación para la mejora personal? Este Yogasana (que ahora añade el apellido Bharat, término con el que el gobierno de la India quiere renombrar al país) que ha llegado para presentar una faceta más física y deportiva del yoga, ¿se excluye de la rica tradición espiritual que lo sustenta?

La evolución del yoga es inquietante. Pero a lo largo de los siglos ha mostrado sus diferentes caras dando lugar a infinitos significados. Su capacidad de adaptación y de transformación impresiona y se ha expandido mostrando su versatilidad, una cualidad original para no perder su esencia en ninguna circunstancia. A medida que continuamos explorando las posibilidades del yoga en la sociedad moderna y postmoderna, caminamos por tierras movedizas. El yoga es un camino que sigue evolucionando, abriendo nuevas puertas. Digan lo que digan, el yoga siempre será mucho más que una serie de posturas, mucho más que un simple manejo de protocolos competitivos y exhibicionistas. Y a medida que el mundo lo abraza en sus diversas formas, el yoga continúa iluminando el camino de autorrealización de millones de personas.