Por Mayte Criado (Madâlasâ)

La respiración es uno de los aspectos más importantes en la práctica de Yoga. La tradición considera que el aire es la energía vital, la vía primaria por donde fluye el prana. La respiración en Yoga es una acción que se origina en lo más profundo del ser humano. Es, además de una función fisiológica vital, un puente que conecta todas las capas del Ser y se irradia tanto hacia el exterior como a la mente y a la conciencia. La integración de cuerpo, mente y espíritu pasa por una mayor sensibilización y una constante presencia en la respiración, en cada momento.

Además, hay que tener en cuenta que, a través del manejo y la observación de la respiración en Yoga, es posible modificar determinados comportamientos físicos y mentales. Por un lado, el cuerpo debe generar “inteligencia” y saber liberarse de las tensiones originadas por los conflictos emocionales a lo largo de la vida. Por otro lado, la mente tiene que dejar de elaborar y alimentar las secuencias de pensamientos que nos impiden la libertad y la felicidad.

Tanto el movimiento mental como el físico se ven afectados directamente por la respiración. La práctica de Yoga mira hacia una toma de conciencia constante de este hecho como medio para que la energía pueda discurrir espontáneamente a todos los niveles.

La respiración y las posturas de Yoga

La respiración es indispensable en el desarrollo de las posturas. También genera una actitud consciente y perceptiva cuando se trabaja directamente con el cuerpo. La respiración permite que la práctica se convierta, al mismo tiempo, en un método ideal para mejorar el sistema respiratorio y, como consecuencia, las demás funciones del organismo.

Ya que la respiración influye en la función más vital del ser humano, se puede afirmar que el Yoga realiza una importantísima contribución a la salud y al bienestar. Además, el resto de funciones, circulatoria, nerviosa, digestiva, etc. se ven directamente afectadas por la respiración.

La manera de respirar y la limpieza del aparato respiratorio son dos pilares muy importantes sobre los que se asientan casi todas las técnicas psicofísicas. En la práctica del Hatha Yoga se han elaborado numerosos ejercicios con objetivos muy concretos. Todos ellos se engloban como un verdadero sistema llamado Pranayama. Se considera que el Pranayama es el nexo de unión entre cuerpo y alma. En Pranayama se activa un tipo particular de energía con el aire inspirado y otro con el espirado, estabilizando y regulando, en cada momento, todo el flujo energético. Prana significa aliento, respiración, vida o energía, y Ayama significa alargamiento, prolongación, ensanchamiento y control. Por lo tanto, Pranayama es el arte de respirar con conciencia.

Relajación de la caja torácica y del cuello

Regular la respiración es garantía del buen funcionamiento del organismo, así como de la mente. La respiración comienza en la base del diafragma, cerca de la cintura pélvica. Esta acción (como cuando se habla o se canta correctamente) relaja la parte torácica, el cuello y la cara haciendo que los músculos de la caja torácica y del cuello aflojen los faciales y éstos, a su vez, los de los órganos de percepción (ojos, oídos, nariz, lengua y piel). Esta actitud deja paso a la concentración y a la serenidad física y mental. Cada ejercicio de Pranayama propone un objetivo diferente en el que tienen que ver las necesidades físicas, energéticas y mentales de cada persona, así como su situación y circunstancias.

Si el aparato respiratorio funciona correctamente, mejoran las demás funciones del organismo. El Yoga considera que la respiración es la puerta de acceso a la salud y a la purificación del cuerpo físico y sutil. Su control y su ejercitación correcta es vital para el crecimiento personal y para la evolución como seres espirituales.

La práctica debe terminar por no hacer distinción entre respiración y movimiento, respiración y estabilidad, respiración y postura, respiración y conciencia. Debe convertirse en una acción inseparable. Instintivamente, podemos respirar a la vez que nos estiramos o nos relajamos, y, al mismo tiempo, podemos estirar o relajar a la vez que respiramos.

Inspiración y espiración en Yoga

Con el acto de inspirar buscamos nuestro espacio en el espacio, lo abarcamos, dejamos que cada célula se expanda, crezca y abrace el universo. La inspiración nos llena de energía y hace posible la fortaleza, la voluntad y los ritmos ágiles. Inspirando absorbemos el mundo de fuera y mediante su expresión, dentro de nosotros, nos desnudamos a la vida elevándonos hacia el cielo. Si esto se da con toda su amplitud, un âsana expresará a través del cuerpo una dimensión de acción que ejerce una determinada conciencia en todo el organismo globalmente.

Con el acto de espirar deseamos conectar con nuestro espacio interior, volvemos al origen, permitimos que cada poro de nuestra piel se abandone a la quietud y se rinda a la vida. La espiración nos limpia y hace posible la relajación, la entrega total. Espirando liberamos nuestro mundo interior; creamos el espacio necesario, dentro de nosotros, para que la vida se exprese y nos devuelva a la tierra. Si esto se da con toda su amplitud, un âsana expresará a través del cuerpo una dimensión de serenidad dentro de la acción que impregnará de conciencia no solo el cuerpo sino la mente, dando paso a la Unión de todas las partes del ser.

Mayte Criado

Directora y Fundadora EIY